Jornadas 2008

Como cada tercer fin de semana de junio, Alfajarín retrocede en el tiempo para celebrar sus Jornadas Medievales, las próximas serán su décima edición.   Con dichas jornadas quieren recordar su histórico pasado, como su nombre nos indica  Alfajarín tiene un pasado árabe y en 1131 fue reconquistada por Alfonso I, rey de Aragón. 

Precisamente este hecho es el que da origen a las Jornadas Medievales y que transcurren en el entorno de los monumentos históricos que todavía conserva la villa: La Portaza, Iglesia de San Miguel y el Castillo. Cada año varía un poco la historia representada, quiero reflejar aquí lo realizado en junio de 2008 y transcribir los textos originales de Jesús Ferrer y Carlos Morales.

                                    Manuel Bernal

 ¡Por el rey, por nuestro Señor y por Alfajarín!

Verano de 1131, después de la reconquista de Zaragoza en 1118 los pueblos del Reino moro de Zaragoza cayeron en manos de Alfonso I, rey de Aragón.  En Alfajarín, uno de esos pueblos, sus habitantes encabezados por su antiguo señor moro consiguieron recuperar su pueblo y castillo.  Era Almocabén y se convirtió en un auténtico rey, el último rey moro de Alfajarín.  Pero ese verano de 1131, el rey aragonés no estaba dispuesto a permitir que Alfajarín siguiese siendo moro y se dispuso para su reconquista presentándose con sus tropas ante la pequeña villa.

            El rey Alfonso envió a un emisario a negociar una reunión con el rey Almocabén, se acordó que ésta se celebraría en las afueras del pueblo.  Al anochecer el rey Alfonso acompañado de sus hombres de confianza: Fortín Galíndez, noble; Lope, joven soldado y Miguel, un veterano que ya había luchado en Alfajarín. Guiado por dos moros, se presentó en el lugar acordado.  Desde la Portaza llegó Almocabén acompañado de su guardia, Mansur que era jefe militar, Suhaila que era hija y varios esclavos.  Tras las presentaciones los reyes y sus acompañantes se dispusieron a dar cuenta de una rica cena que ofreció Almocabén.  Posteriormente hubo una negociación y Alfonso I ofreció la rendición sin batalla a Almocabén, pero ésta fue rechazada, retándose los reyes para una guerra irremediable.  Si “El Batallador” quería Alfajarín debía conquistarlo.

            Durante esa cena y los bailes que se produjeron coincidieron el joven soldado Lope y Suhaila, la hija de Almocabén, era la princesa del pueblo criada con todo mimo con su padre y era lo que más quería junto a su pueblo.  Las miradas entre los dos fueron constantes y la joven citó al cristiano para encontrarse al día siguiente en el mercado al lado de la mezquita.

             Despertó un nuevo día y Alfajarín se preparaba para recibir el ataque cristiano, pero Almocabén trató de dar normalidad y dejó que se celebrara el mercado.  Lope sabía de la dificultad para entrar en el pueblo y encontrarse con la joven princesa que le había cautivado el día anterior, para ello aprovecharía la confusión del primer ataque cristiano.  El rey Alfonso había preparado un primer ataque para comprobar las fuerzas moras.  A primera hora sus tropas entraron en el pueblo y tras varias escaramuzas fueron rechazados por los moros defensores, volviendo a su campamento.  En una de esas escaramuzas Lope se coló entre las tropas moras y consiguió llegar al mercado vestido de vendedor.  Suhaila había bajado al mercado acompañada de su esclava Mairen y en un momento que despistó a los guardias consiguió encontrarse con Lope.  Allí los dos jóvenes se declararon su amor.  Mansur se percató de la escena y se acercó para detener al joven, pero en ese momento varios cristianos encabezados por Miguel irrumpieron en la plaza para sacar a Lope, el cual escapó, pero Miguel fue hecho prisionero por la guardia mora.

            El día transcurrió sin muchas novedades, pero antes del atardecer las tropas cristianas volvieron a intentar la conquista de Alfajarín.  Esta vez los moros no pudieron frenar el avance y fueron retrocediendo hasta verse obligados a refugiarse en el castillo, donde antes ya se habían refugiado las mujeres y niños.  El rey Alfonso les ofreció la rendición pero la rechazaron, por lo que ordenó a sus arqueros que comenzaran una lluvia de flechas sobre el castillo.  Ante ese asedio imposible de resistir por parte de los musulmanes, salieron a plantar batalla y allí fueron derrotados por los cristianos.

         Todos los musulmanes fueron hechos prisioneros, pero dentro del castillo todavía quedaban Miguel y Suhaila que estaban encerrados en un torreón.  Lope se apresuró a entrar al castillo para rescatarles, pero Mansur huyó hacia el monte. Lope rescató a su amigo Miguel y a su amada Suhaila, la cual corrió con los suyos para escuchar que pensaba hacer el rey Alfonso con ellos.

            Almocabén ordenó a sus hombres que entregaran las armas y él mismo entregó las llaves del castillo y del pueblo de Alfajarín al rey cristiano.  El cual, en un gesto de clemencia, perdonó la vida a todos los moros del lugar de Alfajarín, respetando sus bienes y que pudiesen seguir manteniendo la fe.  Pero Almocabén recibiría su golpe más duro después, cuando su hija Suhaila le dijo que quería prometerse con Lope y así convertirse también a su religión.  Almocabén ni miró a los ojos de su hija, se limitó a rechazarla y decirle que su señor era ahora el rey cristiano y se marchó hacia la soledad de su castillo.  Lope pidió al rey Alfonso que hiciese público el compromiso y éste así lo hizo, anunció la próxima unión entre Lope y la princesa Suhaila, y que él mismo presidiría la ceremonia. 

  Llegó pues, pasado un tiempo, el día de la boda, el rey Alfonso “El Batallador” ocupaba un lugar de privilegio junto a él Fortín Galíndez nombrado señor de Alfajarín y Sancho, abad de Alfajarín, el cual celebraría la boda.  Suhaila llegó del brazo de Miguel y Lope del brazo de Mairen, la esclava de Suhaila.

   Ambos confirmaron su amor ante Dios y ante el pueblo de Alfajarín.  Posteriormente Alfonso I, entregó el poder sobre Alfajarín a Fortín y la Iglesia a Sancho.

    Tal vez la historia nunca fue así, aunque sí en parte, pero seguro que alguna vez hubo una princesa de Alfajarín y un Lope que creyeron en un pueblo, en un Dios y sobre todo en el amor.

 Jesús Ferrer y Carlos Morales






Si pulsas en la  fotografía accederás al fotolibro que se realizó en 2008 con motivo de las Jornadas Medievales de Alfajarín