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La carrasca de Lecina, la Castañera de Carruesco

Con cariño los habitantes de Lecina cuidan de su vecina más anciana y famosa, la conocen como “la Castañera de Carruesco”. Se trata de una encina, Quercus ilex subs. ballota. Dicen que es milenaria y en verdad sus dimensiones así nos lo atestiguan, Su altura llega a sobrepasar los 16 metros y el perímetro del tronco a 1,3 metros de altura es de 7,56 metros. Si quieres abrazarla deberán acompañarte cuatro personas para que te ayuden.

La encina es el árbol típico del clima mediterráneo y el que cubrió la mayor parte de España. Perfectamente adaptada a nuesto sol y falta de lluvia, para ahorrar nutrientes no pierde sus pequeñas hojas en invierno.  La mayor parte de las hojas se disponen oblicuamente para recibir una radiación menor, a diferencia de las hojas de las hayas que crecen horizontalmente para recoger la mayor cantidad de luz. En invierno las hojas de la encina cesan práctimente en su actividad de fotosíntesis, que junto a su pequeño tamaño y dureza que le dan su tejido rico en lignina y la cera que la recubren, le ayuda a resistir temperaturas de hasta -25º.

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Las encinas fueron consideradas como árbol sagrado. Para los celtas creían que de ella llegaban a los hombres los dones y bondades de los dioses. Los celtíberos le rindieron culto. Las más antiguas familias griegas celebraban sus reuniones bajo una encina sagrada donde tomaban sus decisiones más importantes.  En Aragón se continuó con esta costumbre, según Rafael Vidaller si lo que debían acordar: tratos, bodas, asuntos de tierras o lindes, eran de dos localidades se elegía la carrasca más grande situada a la mitad del camino que los separaba.  Si el asunto era de mayor relevancia se elegía la más famosa del lugar o del reino.

En 1873 se proclamó en el Somontano la 1ª República en la que en ese momento era la más famosa carrasca de Aragón “La Carrasca de las Coronas”.  Tradición que todavía continúa en nuestros días. Bajo la carrasca de Lecina se han celebrado, que yo conozca, dos matrimonios.

Árbol legendario, que está incluido en el escudo de Aragón.  En el cuartel superior izquierdo está representada una encina sobre la que aparece una cruz latina de color rojo.  Según la leyenda los jacetanos habían venido desde San Juan de la Peña hasta Aínsa para reconquistar este territorio a los sarracenos. Cuando los cristíanos iban perdiendo la batalla apareció una cruz roja sobre una encina y entonces cambió la suerte de la batalla, conquistando los cristianos Aínsa.  Desde entonces  la encina y la cruz roja es el símbolo de Sobrarbe (“sobre árbol”).

La carrasca de Lecina también tiene su propia leyenda:

Cuentan que hace mucho tiempo, Lecina estaba rodeada por unos impenetrables y misteriosos bosques de encinas y robles, donde se ocultaban lobos, osos y también las brujas.  Los vecinos temían a las brujas ya que les causaban crueles desgracias. Causaban la enfermedad y muerte a personas y animales, o les mandaman terribles tormentas que asolaban la localidad.

Sin embargo las carrascas del bosque estaban contentas, tal era el temor de las gentes del lugar que no se atrevían a entrar en el bosque para hacer leña. Una de las más jóvenes de las cararscas no estaba muy contenta por la mala fama que tenía el bosque y sentía pena por los habitantes del pueblo. Tan disgutada estaba que no dejaba refugiarse en sus ramas a las brujas.

Por esta actitud eran frecuentes las discusiones con los demás árboles. Las brujas, que escucharon las protestas de la joven carrasca, decidieron irse a otro bosque y para agradecer el apoyo prestado por las más viejas les concedieron todo lo que desearan.

Las más presumidas quisieron que sus ramas y hojas fuesen de oro. Otras desearon desprender uno de los más deliciosos permufes, y el resto pidieron que sus hojas fuesen brillantes y de cristal. Sólo la pequeña carrasca quiso continuar siendo como siempre.

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Las brujas les concedieron sus deseos. Al tercer día desde que las brujas abandonaron el bosque se desató una terrible tormenta de viento y nieve. Se repente las hojas de cristal cayeron al suelo hechas añicos y esos árboles terminaron muriendo.

Otro día, un pastor no pudo impedir que su rebaño se lanzara a comer las hojas aromáticas. Desde entonces, los habitantes, cortaron esas encinas para alimentar a sus ganados con las hojas. En el bosque solo quedaban, además de nuestra pequeña carrasca, los árboles convertidos en oro. Pronto fueron desmenuzados por ladrones y vecinos.

De todo ese impenetrable bosque solo quedaba nuestra pequeña carrasca, que desde entonces todos respetaron y no dejó de crecer.

La protagonista de esta leyenda es la misma carrasca que hoy podemos contemplar en Lecina, y a pesar de los años transcurridos sigue dando unas bellotas muy sabrosas, por ello se la conoce como la Castañera.

Manuel Bernal. Diciembre 2012

Más en:

http://www.radiquero.com/arboles/lecina.html

http://www.pasapues.es/naturalezadearagon/ansar/n3encina.php

http://eladihuguet.wordpress.com/2010/10/23/la-encina-arbol-tipico-de-espana/

http://www.botanical-online.com/encina.htm

http://www.lebrelblanco.com/anexos/a0277.htm

http://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/29/55/10monreal.pdf