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Ball dels omes

Un público expectante ha rodeado la plaza, bajo el tilo aguarda solitario San Marsial en pie y con los brazos en cruz sobre una peana adornada con flores, frente a él los danzantes esperan a que bajen los mayordomos. Tocados por los ramos asoman por el soportal del ayuntamiento; llegó su hora, la hora del Ball dels omes. 



Con la rosa en la boca los mayordomos inician en solitario su baile ante el santo; uno a uno pasan ante San Marsial e inician el ball a los sones de la “Aball de Benasque”. Tras ellos en filas de cuatro van danzando ante el santo los hombres por edad, primero los mayores finalizando los más pequeños. Con chaleco negro los casados y con camisa blanca los solteros. 


Por parejas, los mayordomos han iniciado un corro en fila de uno que dará varias vueltas completas a la plaza, durante la cuales deben elegir a sus sustitutos para el año que viene. Con la entrega de la rosa los designan, solteros deben ser como manda la tradición, y éstos aceptan colocándose la rosa en la boca, danzando desde este momento juntos al principio de la fila.

La música cambia a ritmo de vals y comienzan les marradetes, recorriendo toda la plaza en un vertiginoso zig-zag hasta convertirse en un nuevo círculo, que al acelerarse la música se irá cerrando alrededor del santo, alzando al primer mayordomo al final del ball. 


La banda enmudece, los danzantes secan su sudor, la plaza queda en silencio roto al instante por un cerrado aplauso. Cada benasqués guarda en su interior los momentos vividos, sus corazones latirán durante todo el año al son del Ball dels omes.
Manuel Bernal