Ezpelunciecha, el jardín oculto de los helechos

                                                                          Ibón de Ezpelunciecha

El ibón de Ezpelunciecha se encentra enclavado en un pequeño valle fronterizo entre Francia y España que encierra entre otros tesoros, una verdadera joya, un jardín de helechos que cuelgan de las grietas y repisas de los grandes bloques rocosos que jalonan el recorrido hasta el ibón. Los helechos son unas criaturas que lograron finalizar la colonización de la Tierra iniciada por las algas y musgos, la dominaron, y cuya evolución nos trajo las plantas con flores que conocemos en la actualidad.

Quiero invitaros a visitar este jardín oculto, recorriendo juntos la senda que nos llevará desde el cauce del río Gállego hasta el ibón de Ezpelunciecha por el barranco del mismo nombre.  Son poco más de kilómetro y medio de distancia y deberemos superar un suave desnivel de unos doscientos metros. 

Dejamos atrás todas la edificaciones de la estación de esquí y tras atravesar un puente construido para que la pista de esquí salve el barranco, tenemos frente a nosotros los primeros grandes bloques rocosos.  Al llegar a ellos vemos que en el suelo crecen dos helechos que sin dificultad alcanzan el metro de altura.  Se trata de Athyrium distentifolium, más escaso y de tacto algo más coriáceo, y de Dryopteris oreades, más frecuente en todo el recorrido llegando a subir por la ladera pedregosa que veremos sobre el ibón. 

A estas dos especies también se les unen otros dos helechos que crecen tanto en la tierra como en la roca: Cryptogramma crispa, cuyas frondes fértiles se revuelven para proteger los soros hasta la dispersión de sus esporas.  ¡¡Ojo!!, no nos dejemos engañar por el aspecto de otro helecho muy semejante, de frondes anchas, sin revolver y de menor tamaño de la fronde; si les damos la vuelta no encontraremos soros ya que son las estériles.  Se trata del mismo helecho, Cryptogramma crispa. El otro helecho que podemos encontrar creciendo tanto en tierra como en el suelo es Polystichum lonchitis, que presenta una curiosa aurícula en la base de sus pinnas.

Varios helechos crecen en las grietas de las rocas del barranco como Polypodium vulgare, que únicamente aparece en las rocas más erosionadas, y varios del género Asplenium,  A. ruta-muraria subsp.ruta-muraria, cuyas pinnas me parecen como pequeñas manos. Otro helecho que aparenta ser una simple hierba es A. septentrionale subsp. septentrionale. También hay otros dos muy semejantes entre sí que se diferencian fácilmente por el color del raquis, verde en Asplenium viride y oscuro en Asplenium trichomanes subsp. quadrivalens.

Otro helecho que aparenta ser otra especie según crezca al sol o a la sombra, lo hace en las rocas sin importarle si son ácidas o básicas es Cystopteris fragilis subsp. fragilis, de frondes más anchas y verdes cuando crecen en la umbría, más recogidas y amarillentas al sol.

Gymnocarpium dryopteris, crece tanto en el suelo, a la umbría de las rocas, como se atreve en alguna grieta, siempre que sea de orientación norte. Este helecho también lo encontraremos en la ladera sobre el ibón, aquí en exposiciones soleadas. 

Escaso es el helecho de las hayas, su nombre nos dice que así se llama, Phegopteris connectilis, cuyas pinnas se unen la una con otra en la zona del raquis mediante unos pequeños lóbulos.  ¡¡Cuidado, no te descuides!! únicamente hay un ejemplar en todo el recorrido, con tres frondes que cuelgan de la roca, y fácilmente puede pasar inadvertido a nuestros ojos.

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En el tramo superior del barranco todavía podemos encontrar las tapias de piedra de los rediles donde los ganaderos encerraban el ganado, y bajo algunas grandes rocas todavía se intuye lo que fue en tiempos un abrigo para los pastores.  Al llegar a una llanura de lo que en fue un ibón, hoy colmatado por el aporte de sedimentos, veremos con estupor una edificación que asemeja a una Yurta, vivienda típica de las estepas de Mongolia y cuya característica es que es desmontable para su transporte.  Característica que ha perdido aquí, ya que desde que se colocó en enero de 2011, permanece instalada sin que nadie se acuerde de desmontarla una vez finalizado su “uso invernal”.

Junto a la Yurta encontraremos una enorme roca cubierta por gran cantidad de helechos.  Bajo esta roca todavía podemos ver los hierros donde los pastores colgaban el caldero para preparar la comida.  

Poco nos queda para llegar al ibón, oculto en todo momento a nuestra vista, y que se encuentra al pie de los derrubios que tenemos frente a nosotros.  En la senda de subida encontraremos un extraño helecho, que se me asemeja que está a medio camino entre los musgos y los helechos. Se trata de Lycopodium clavatum, muy escaso helecho rastrero que en otoño apenas asoma de entre los rojos arándanos sus frondes fértiles.

Sin apenas esfuerzo nos encontramos junto a esta pequeña maravilla que es el ibón de Ezpelunciecha, desde donde podemos observar lo que fue un idílico paisaje.  Pero mejor, dejemos el paisaje para cuando finalicemos nuestra visita a los helechos.  Todavía nos quedan tres por conocer, que en total son dieciséis las especies que crecen en este jardín. En primavera el número de helechos podría aumentar ya que es fácil que la pequeña Botrychium lunaria crezca en estas laderas. Queda pues pendiente una nueva visita en primavera al jardín.

Si remontamos un poco a la derecha del ibón, encontraremos cuatro ejemplares de Asplenium adiantum-nigrum, cuyo pecíolo arranca del rizoma con un color negro (como nos indica su nombre) y finaliza de color verde a la altura de las pinnas.  Los dos ejemplares que suben más están a 2.022 metros y por ello será éste de los lugares donde sube más alto en el Pirineo.

Para el final quedan las dos sorpresas del recorrido.  Para encontrarlos mejor que demos la vuelta al ibón por la zona herbosa y busquemos entre las rocas que hay en la orilla.   Hasta ahora todos los helechos que hemos visto les gusta el terreno ácido o les es indiferente, pero Gymnocarpium robertianum es estrictamente basófilo (la roca donde crece en este lugar es más bien ácida). Se diferencia de su congénere G. dryopteris en la pilosidad de pecíolo y pinnas, entre otros detalles.

Sin duda el helecho más escaso en el Pirineo de los que hoy hemos visto es Woodsia alpina, en la Península Ibérica únicamente se encuentra en el Pirineo leridano y oscense, y en muy contadas localidades como es la cabecera del río Gállego.

Hemos finalizado nuestra visita al jardín de helechos, en pocos lugares podremos disfrutar en número y variedad de estas ancestrales especies vegetales y en tan corto espacio. Ha llegado el momento de disfrutar del paisaje mientras damos cuenta de un refrigerio.  Pocos momentos pueden superar al disfrute que supone el dar cuenta de un bocadillo de tortilla de patata mientas vamos repasando con la mirada todas las cimas que tenemos frente a nosotros, hasta que el salto de una trucha nos lleva a fijarnos en las aguas del ibón donde crece Sparganium angustifolium con sus acintadas hojas que se doblan al llegar a la superficie.

Me gusta imaginar esa lejana época en que todo lo que abarcan mi ojos era mar, un inmenso mar, donde los peces eran los dueños y señores. Donde los prados por los que hemos subido, tasca o cervunal, pasto caracterizado por la gramínea Nardus stricta; fueron un día lecho marino.  En las zonas con mayor pendiente de estas montañas y en los lugares erosionados próximos a los barrancos aparece a la vista la pizarra negra, al inicio de la marcha también hay una zona donde aflora la pizarra roja. 

Ovejas pastando laderas de pizarra negra

Es la roca metamórfica más antigua y abundante que veremos en el recorrido.   Se formó en el Devónico al compactarse los sedimentos arenosos y sufrir un metamorfismo debido a las altas presiones, temperaturas y una intensa deformación.

A finales del Devónico afloraron las rocas blancas que vemos sobre el Portalet (Pico Petrusos) y su cordal limítrofe con Francia con el Campanal de Aneu, además de Peña Foratata en Sallent de Gállego.  Son moles calcáreas originadas por la sedimentación del carbonato de calcio proveniente de los esqueletos de animales marinos y de restos de los arrecifes.

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Pasaron unos millones de años entre el Devónico y el Carbonífero, con una gran actividad volcánica consecuencia de las fuerzas tectónicas originadas por la unión de las tierras que emergían en un continente y su posterior fragmentación en los continentes actuales.  Se forma una gran cadena montañosa que según dicen superaría al Himalaya. Nuestros protagonistas de hoy, los helechos, durante este tiempo aumentaron su tamaño hasta alcanzar un porte arbóreo y ya en el Cretácico fueron el alimento de los dinosaurios hasta su desaparición hace 65 Mill. de años.

Tras los afloramientos calizos y frente a nosotros tenemos las impresionantes moles graníticas del Balaitus y  la derecha, la zona de Panticosa.  El granito no se formó en el fondo marino, se trata de una roca ígnea plutónica, que proviene del enfriamiento en la profundidad de la tierra del magma y que emergió en el Carbonífero por la actividad tectónica de este tiempo.  No es la única roca de esta época que podemos ver desde el ibón, curiosa es la marmolera de los Infiernos.  El mármol es una roca metamórfica, derivada de la transformación de diversos tipos de roca caliza preexistente en la zona.

Rocas volcánicas del tipo riolita/dacita

Estos no son los dos tipos de rocas más “jóvenes” que podemos encontrar en el recorrido, si estamos sentados sobre una roca en el ibón, seguramente lo hacemos sobre una andesita (andesitas de Ossau), roca volcánica del Carbonífero. A nuestra izquierda, ya en Francia, asoma el pitón volcánico  del Midi d’Ossau.  Mole de roca andesítica y que es el resto de un viejo volcán, cuyas coladas formaron el paredón que tenemos sobre nuestras cabezas, y cuyo derrubio llega por el barranco hasta casi alcanzar la carretera del Portalet. Todas son rocas que hemos visto en el recorrido son del tipo andesitas, estrictamente riolita/dacita con una composición muy similar a la del granito, aunque de origen distinto. Entre las rocas del derrubio también aparecen otras rocas, que aunque tenga una apariencia volcánica son rocas sedimentarias por la presencia de carbonatos (calcita y dolomita) en su composición.

Otro episodio volcánico posterior es el de Anayet, cuyos restos de la chimenea han perdurado hasta nuestros días, con sus andesitas y tobas andesíticas.  Si queremos contemplarlo, simplemente nos tenemos que llegar al collado de Ezpelunciecha por la pista que vemos a nuestra izquierda.

Es hora de regresar, nuestro recorrido geológico-botánico lo podemos dar por finalizado.  En primavera-verano una multitud de flores nos acompañarán. Si lo hacemos a finales de verano, como lo hice este año, durante todo el recorrido los negros frutos del arándano se nos mostrarán para que caigamos en el pecado, sabrosa tentación.  Te sugiero que para volver remontes un poco por la pista que pasa junto al ibón para bajar por un barranco pedregoso que nos llevará hasta el ibón colmatado. En la bajada volverás a encontrar Woodsia alpina en alguna gran roca y los chillidos de las marmotas te irán marcando su territorio. Desde el ibón colmatado tienes dos opciones: la monótona pista o repetir la senda que hemos utilizado en la subida. Yo no tengo dudas en la elección.

Hemos finalizado la visita a este jardín olvidado en el Valle de Ezpelunciecha, donde se respiraba un ambiente de paz y libertad hasta que en 2005 entró la maquinaria de ARAMON para ampliar la estación de esquí de Formigal.  Como consecuencia de ello cuatro grandes tajos hieren las laderas que transitamos camino del ibón: las pilastras que remontan a los esquiadores en invierno, los desmontes realizados para las pistas de esquí, el camino trazado para llevar los vehículos hasta los puntos más altos de la zona esquiable y la sucesión de postes metálicos para la innivación artificial y protección física de los esquiadores.

Los usos y costumbres ancestrales del lugar se han abandonado, pocas son las vacas que pastan en estos prados; las ovejas y caballos que nos encontremos son de la vecina Francia.  Buen espejo donde mirarnos y admirar como cuidan y saben sacar rendimiento a su Pirineo.  En Aragón todo lo contrario, se ha abrazado a la nieve como el único dios al que rendir pleitesía, todo se hace por ella y cuando la nieve nos abandone nos quedarán inermes esas pilastras como necio monumento al ladrillo y la especulación.

 Manuel Bernal, Noviembre 2012

 Con mi agradecimiento a Fernando San Miguel por su ayuda y análisis de la composición de las rocas.

Helechos 1     Helechos 2      Helechos 3     Rocas volcánicas     Rocas sedimentarias

 Para saber más:

Análisis de la estructura varisca y alpina en la transversalSallent-Biescas

Balaitus-Infiernos

Mapa geológico deEspaña-Sallent

Mapa geológico de Sallent

Mineralogía y Petrografía: Tema 2.-"Rocas ígneas"

Pitón volcánico de Anayet

Rocas ígneas

 

Atlas de la Flora de Aragón

Flora Iberica