Fajas Canarellos y Petazals

Estamos a comienzos de agosto, me gusta más el recorrer las Fajas Canarellos y de Petazals en octubre cuando Ordesa se viste con sus galas, pero hoy he decidido hacer un pequeño y rápido recorrido botánico por estas sendas que nos llevan a los pies de la Fraucata, bajo la Punta Tobacor y hasta el barranco de Cotatuero.

El día apenas ha amanecido, son poco más de las siete y media de la mañana cuando salgo de la pradera tomando el camino de Soaso.  Las sombras todavía se apoderan del fondo del valle, arriba los primeros rayos iluminan el Tozal del Mallo y el Gallinero. El camino se interna entre un bosque de pino royo (Pinus sylvestris), abetos (Abiesalba) y hayas (Fagus sylvatica).  En los claros aparecen también algunos ejemplares de frenos (Fraxinus excelsior) o majuelos (Crataegus monogyna).

 

Cuando el discurrir del sendero se aproxima al río Arazas aparecen las saucedas, principalmente Salix eleagnos. No me detengo, seguro que si me adentrara en este bosque de ribera aparecerían otros sauces como Salix purpurea o Salixalba, éste con menor frecuencia, además de algunos ejemplares de abedules y tremoletas (Populustremula) que asoman sobre los sauces. 

En el lindero del bosque y en los pequeños claros del terreno que hay junto al camino, restos de los antiguos prados, crecen Lothus corniculatus, Prunella grandiflora,Eryngium bourgatii, Crepis pyrenaica, Bromus erectus, Dactylis glomerata, el cuajaleches (Galium verum), Centaurea nigra o Centaurea montana, junto con otras varias especies a las que ya se les pasó su momento de florecer. También encontramos algunas grandes umbelíferas como Heracleum sphondylium o Angelica razulii, que buscan la mayor humedad que les proporcionn las orillas de los pequeños arroyos.

Cuando el bosque se cubre, en la penumbra y sobre el mantillo de hojas, ramas y musgos aparecen otras especies como una bella orquídea Goodyera repens, o también otra especie que gusta de estos lugares, el peralito (Orthilia secunda). Ambas en plena floración, todo lo contrario les ocurre a algunas especies que deben florecen antes que las hojas de las hayas impidan que la luz llegue hasta ellas.A principios de primavera no era raro el ver las flores blancas, rosadas o azules de la hepática (Hepatica nobilis) o de la acederilla (Oxalis acetosella) cuyas hojas todavía hoy nos acompañan en nuestro caminar.

Si nos adentramos unos metros en el bosque de hayas no será raro el encontrar el tallo seco de la Neottia nidus-avis, orquídea que carece de clorofila y se alimenta de las hojas en descomposición.   Dispuestas a moverse a la menor brisa tenemos las pequeñas flores de Prenanthes purpurea y la otra orquídea que no abandona las orillas de la senda es Epipactis atrorubens.

Casi sin enterarnos llegamos al primer salto de agua del camino, la llamada Cascada de Arripas, y en este mismo lugar encontraremos una fuente donde refrescarnos. En esta zona nos acompaña una especie nemoral, Brachypodiums ylvaticum, a la que se une otra gramínea de gran talla que veremos más adelante, Stipa calamagrostis. En algunos puntos del camino el talud se ha protegido con un pequeño muro de piedra, buen lugar donde arraigar el Sedum dasyphyllum.

Un poco más adelante un desvío muy bien señalizado nos acerca a la llamada Cascada de la Cueva. Una vez contemplado este salto de agua podemos continuar nuestro camino volviendo por nuestros pasos hasta llegar al camino, o bien continuar por esta senda que nos llevará directamente a la Cascada del Estrecho que según pienso es la más bella de todas las cascada de Ordesa. Para poder contemplarla en toda su intensidad merece la pena el acercarnos un poco más allá del mirador, con mucho cuidado y siempre que las aguas del río Arazas nos lo permitan.

Cascada de la cueva
Cascada del estrecho.   Neottia nidus-avis

Ya falta poco para que la senda nos deje de nuevo en el camino, deberemos superar un pequeño desnivel que también nos acerca a un mirador situado en la parte superior de la Cascada del Estrecho.  A la derecha del camino se encuentran los primeros resaltes calizos de la jornada donde crece una bella saxífraga amarilla, Saxifraga aretioides, endemismo del Pirineo central. Una de las rarezas que pretendo encontrar en esta jornada. Por desgracia la saxífraga está ya fructificando y no hay ningún ejemplar en flor. Buena excusa para volver el año que viene, sobre mitad de julio será buena fecha.

Elevando un poco la vista se pueden observar también como cuelgan de la roca las grandes hojas de una grasilla, (Pinguicula longifolia subsp. longifolia). La subespecie es un endemismo del Pirineo oscense y está catalogada como de interés especial.  En sus hojas veremos sin dificultad como han atrapado pequeños insectos, los cuales van siendo ingeridos poco a poco. También encontraremos un hipérico de grandes flores amarillas comparadas con sus pequeñas hojas redondeadas que parecen monedas, se trata de Hypericum nummularium.

Debemos continuar con nuestra marcha que ahora se adentra en un sombrío bosque de hayas.  Hasta aquí hemos contemplado en los claros del bosque mixto a diversos arces, (Acer opalus o A. platanoides), también el boj (Buxus sempervirens) que intenta adueñarse de los escasos lugares donde penetra la luz.

El resto de las pequeñas especies herbáceas que nos han acompañado hasta aquí han desparecido y bajo las hayas solo encontraremos sus hojas. Únicamente sus frutos –los hayucos- arraigan en este terreno y crecen formando como una verde pradera que no llegarán a formar un zacardal, ni mucho menos llegarán a adultas.

En los grandes bloques sueltos de roca caliza encontraremos, bien sus grandes hojas peludas o si es la época, sus bellas flores moradas; considerado un endemismo pirenaico que recientemente se ha encontrado también en la Sierra del Montsiá (Tarragona), la oreja de oso (Ramonda myconi) reliquia de la época preglaciar, a la que acompaña un pequeño helecho Asplenium viride

Si continuamos por el camino éste nos llevaría hasta la Cascada de la Cola del Caballo pasando antes por la Gradas de Soaso.  Lo dejo para otro día, que hoy mi intención es recorrer las Faja de Canarellos y Petazals.  Para ello debo desviarme a mi izquierda por la senda que nos indica un cartel, nos encontramos a 1.675 metros de altitud.

 Una corta subida que atraviesa primero el bosque de hayas y que más arriba pasa a ser de pino negro (Pinus uncinata),  nos deja al pie de la Fracuata donde se inicia la Faja de Canarellos. Sin apenas desnivel la senda nos llevará a atravesar pequeños barrancos, todos muy similares pero cada uno con una vegetación diferente. En el primero encontraremos las grandes hojas de una umbelífera que ya hemos visto abajo en el camino, Heracleum sphondylium junto a varias matas de frambuesa o chordonera (Rubus idaeus).

En el siguiente barranco el terreno rocoso deja paso a una pradera pedregosa con un desnivel considerable.  Para sujetar el terreno aparecen dos especies cuyas raíces lo facilitan, se trata de Stipa calamagrostis y Laserpitium gallicum. A ellas se une una pequeña umbelífera, Bupleurum ranunculoides que gusta de este tipo de pastos.

En otro barranco encontraremos dos especies de Teucrium, Teucrium pyrenaicum subsp. pyrenaicum (endemismo pirenaico-cantábrico) y Teucrium chamaedrys. Si la senda nos lleva a acercarnos a los paredones de roca caliza veremos las especies típicas de este terreno: la corona de rey (Saxifraga longifolia), Saxifraga aretioides, la madreselva del Pirineo (Lonicera pyrenaica), la yerba de las piedras (Globularia repens), Hypericum nummularium, Globularia nudicaulis, otro endemismo pirenaico es esta otra bufalaga que sube en altitud (Thymelaea tinctoria subsp. nivalis) o la oreja de oso (Ramonda myconi), entre otras muchas especies.

El barranco de las Hoyas lo debemos cruzar con precaución, una cadena nos ayudará a pasar con más seguridad por el paso de Canarellos. Antes de llegar a la cadena el paredón forma una especie de pequeño abrigo, que por el rastro es un lugar frecuentado por los sarrios, justo en el lugar donde crece un mostajo (Sorbus aria).  En las pareces crecen varios ejemplares de Hieracium, género difícil que mejor es dejar para los especialistas.

Al otro lado del barranco de las Hoyas comienza la faja de Petazals, la vegetación cambia y podemos observar el efecto de la inversión térmica. Las especies más frioleras ocupan el terreno, como son el erizón o cojín de monja (Echinospartum horridum), el avellano o abellanera (Corylus avellana); también a aparece el abedul, sino no me equibvoco Betulap endula. En suelo pedregoso aparece una bella campánula (Campanula speciosa), en esta ocasión los ápices de sus tallos han sido comidos por los sarrios. También encontraremos dos pequeñas Aspérulas (Asperula pyrenaica y Asperula hirta), ambas especies son un endemismo pirenaico-cantábrico.

La Faja de Petazals finaliza al llegar al barranco de Cotatuero, sobre los 1.800 metros de altitud. Antes hemos transitado por un pequeño bosquete de pino negro, donde hemos podido observar a dos pequeñas especies que gustan de crecer entre la hojarasca de los pinos como el otro peralito, diferente al que hemos visto en el bosque de hayas (Moneses uniflora) y Melapyrum pratense, A ésta le gustan más los terrenos ácidos o calizos descalcificados. También veremos Phyteuma orbiculare o la dedalera amarilla (Digitalis lutea).

Llegados al barranco de Cotatuero, desde donde podemos observar la impresionante caída de más de doscientos metros de su cascada, iniciamos un corto pero acusado descenso que nos llevará hasta un puente donde podremos salvar el barranco. En la bajada nos podemos detener un momento a observar los lirios (Iris latifolia), gamones (Asphodelus albus subsp. delfinensis) en fruto por esta época o acónitos amarillos (Aconitum vulparia subsp. neapolitanum). En los resaltes rocosos encontremos helechos que gustan de estos lugares sombríos y húmedos en los bosques de pino negro o hayedos, Polystichum lonchitis. Deberemos tener cuidado de no rozar la ortiga (Urtica dioica), cuya presencia nos indica de que nos encontramos en un sesteadero de ganado, o al menos lo fue hace unos años.

Cerca de puente metálico por donde hemos atravesado el arroyo de Cotatuero se encuentra un pequeño refugio de madera.  Desde este lugar deberemos tomar el camino de descenso que nos llevará al camino principal. Si queremos continuar la marcha por la Faja de  Racón deberemos tomar la senda que asciende desde este refugio, pero eso será otro día.

El camino de bajada es amplio lo que nos facilita el poder detenernos para observar numerosas especies, la mayor parte nemorales. Entre otras encontré en flor en esta época, Luzula nivea, Mycelis muralis, Lathyrus sylvestris, Silene nutans, Picris hieracioides o dependiendo del terreno incluso algún helecho como Polypodium vulgare.

Al cruzar un pequeño arroyo aprovecho para saciar mi sed y también para fotografiar una campánula cuyas hojas se cierran en forma de cuchara, Campanula cochlearifolia

Abajo, casi donde esta senda se une al camino principal junto al monolito con la Virgen del Pilar, hay un pequeño bosque de belladona (Atropa belladonna) que ya en tiempos de los romanos fue usada por las mujeres para embellecerse pues el jugo de belladona dilata la pupila, de este uso proviene su nombre.

Una vez en el camino principal, únicamente nos queda el regresar al aparcamiento de la Pradera y esperar al autobús que nos lleve en esta época a Torla, dando así por finalizado este paseo botánico por las Fajas de Canarellos y Petazals.

            Manuel Bernal